sábado, 1 de enero de 2011

Me pasé varias horas llorando mirándome al espejo, viendo como me caían las lágrimas. 
Quien diga que nunca lo hizo, miente. 

Es reconfortable saber que hay testigos de nuestra tristeza, aunque no sea más que nuestro reflejo,
Lo cierto es que el amor te vuelve un bebé, aunque tengas cincuenta o sesenta años. 
Te deforma, te consume. Y si no es sacrificado no es amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario